miércoles, 23 de marzo de 2011

AVENTURAS EN EL GIMNASIO

Había decidido entrar a un gimnasio para mejorar mi condición física. No es que estuviera gordo o algo parecido, solo quería sacar un poco de masa muscular y ensanchar un poco mi espalda.

Encontré uno en el centro de Santiago, cerca de mi universidad y de mi casa, por lo que su ubicación me resultaba muy práctica.

La primera vez que fui, pase luego de la universidad. Me equipe con unos pantalones cortos azules y una polera normal, iba sólo a hacer ejercicio, no me importaba lucirme ni nada por el estilo.

Entre a la sala de maquinas y me instale en una bicicleta. Rápidamente note a un tipo frente a mi. Era de espaldas anchas, sus músculos estaban muy marcados en sus brazos y piernas que estaban al descubierto. Aun no se que fue l oque me paso en ese momento. Hasta ese día, jamás había tenido interés sexual por otro hombre. A pesar de que en varias oportunidades me había excitado con la idea de ser penetrado por un hombre, nunca algún hombre me había llamado la atención como ese macho que estaba frente a mi, ni nunca había estado cercano a la idea de concretar esa idea que alguna vez estando sólo y caliente se me había ocurrido. El era alto, casi 1,90 yo creo, de facciones fuertes, todo en el emanaba masculinidad y virilidad. Estaba sudado por que acababa de terminar de trabajar en una maquina. Conversaba con otro hombre también alto, pero vestido como ejecutivo. Como estaba distraído aproveche de mirarlo entero, su paquete abultado, sus brazos gruesos, su ancha espalda, sus manos grandes. Algo que solo había sentido al observar mujeres muy atractivas me recorrió entero. Estaba sintiendo algo totalmente nuevo, y no tarde en notar como mi verga se ponía dura.

De pronto, la otra persona que estaba con el, y que no estaba nada mal, pensé maliciosamente, se fue rápidamente. El se dio la vuelta para ir a otro lado, pero antes de darme la espalda, me mando una mirada con la que me hizo entender que se había dado perfectamente cuenta de que lo había estado mirando con descaro. Me quede parado, estaba completamente avergonzado. Sentía una mezcla de vergüenza y arrepentimiento por haberme excitado con solo mirarlo. ¿Que estará pensando de mi en este momento?, ¿Que le habré parecido yo?. Ese me hombre estupendo me había fascinado.

Luego de ese tarde, pase muchos días muy excitado pensando en ese hombre. No me decidía a tratar de seducirlo, no sabía bien que hacer. Finalmente decidí volver a la semana exacta. Pero esta vez me puse unas calzas cortas apretadísimas que resaltaban mi rico culito. Yo soy delgado y alto, y mi culito es paradito, lo que en contrastado con mi delgadez lo hace ver muy apetecible, respingado y redondito.

El estaba en el mismo lugar que la semana anterior. Yo me instale en una bicicleta que le daba la espalda, así podría tener una muy buena vista de mi potito. A pesar de mi audacia, estaba hecho un atado de nervios. Nunca había hecho algo parecido. Ni siquiera sabía si a e le gustaban los hombres. Pero estaba tan caliente por el, que olvidaba todas mis aprensiones y me sentía dispuesto a cualquier cosa. Por un espejo que tenia enfrente pude notar que me miraba mucho, sobre todo mi rico culito. Me excite mucho. Cada cierto tiempo nuestras miradas se cruzaban en el espejo, pero yo nervioso miraba hacia otro lado. Al parecer eso le gustaba.

Al cabo de un tiempo, me retire a los camarines para darme una buena ducha.

Las duchas eran comunes, no estaban separadas. Eran cerca de 15 y yo estaba en la del medio. No había nadie mas en ellas ni en el camarín. Hasta que vi que alguien entraba en las duchas. Mi cuerpo se estremeció entero al ver que era el. Se instalo al lado mío. Yo no sabía que hacer, estaba muerto de vergüenza y de nervios. El trataba de mirarme pero yo me hacía el tonto. Sin embargo mi verga delataba mi excitación. Si quería tener algo con ese macho debía actuar rápido. En un arrebato de confianza bote mi jabón al suelo, hacia el costado. Me agache mostrándole descaradamente mi hermoso trasero. Sentí que unas manos firmes me tomaban de la cintura y que un bulto duro se frotaba contra mi ano. Temblé entero. Una intensa sensación de placer estremeció de pies a cabeza. ME pare. El me dio la vuelta, aferrándome aun por la cintura y me beso. Me deshice en sus brazos. Sentí su lengua dentro de mi boca. Sus manos aferraron mis nalgas. Estaba completamente excitado. Nuestras bocas se separaron.

-Ahora chupamelo- Me dijo. Yo ni siquiera dude en obedecer.

Me agache e introduje esa gran y verga gruesa en mi boca. Tenia la mitad en mi interior. El agarro mi cabeza, y de una estocada me la metió entera. Sentí un ahogo pero no me importo. Cómenos a follarse mi boca mientras sujetaba mi cabeza. Metia y sacaba su deliciosa verga mientras me insultaba y me trataba de perra y puta.

-Ahhh, sigue así putita rica-, -eres una perrita caliente.-

A mi excitaba aun mas el que me tratara de esa manera. Mientras su pene entraba y salía por mi boca, yo intentaba darle lamidas con mi lengua. Le masajeaba las bolas y le acariciaba el pecho. De pronto se detuvo. –Ahora lámelo perrita rica- Me dijo. Y yo me apresuré a obedecer. Me fascinaba sentirme sometido a su voluntad. Tome su verga con mis manos y comencé a lamerla con la punta de mi lengua. Varias veces. Me detuve en la punta y la bese con pasión. L a besaba y lamía. El tenía espasmos de placer. -Ya viene tu premio putita- me decía. Hasta que sentí un chorro de semen en mi rostro. Me metió entonces su verga en mi boca y me pidió que me tragara toda su leche. Lo que hice encantado.

Luego me dijo –Bien, vete ahora que quiero bañarme, pasado mañana te doy otra dosis. –Le obedecí.

A la otra semana lo esperaba puntual en las duchas. Escuche unos pasos y alguien que se desnudaba. Yo esperaba completamente excitado y totalmente dispuesto a entregarme.

Continué bañándome mientras esperaba. Repentinamente unas manos me tomaron por la cintura, un cuerpo de hombre se pego al mío, note con placer su pene erecto frotándose contra mis nalgas. Se me escapo un quejido un placer.

-Hola preciosa- Me dijo. Me puse nervioso. Esa no era la voz del hombre que esperaba. Él lo noto, y me tranquilizo con un beso en el cuello y me dijo:

-No te preocupes, vengo de parte de tu amigo, relájate perrita rica.- Lo que hice de inmediato, por que las manos de este hombre eran mas grandes y suaves, y me recorrían de una forma mucho mas excitante. Sus manos recorrían mi cuerpo, mi pecho, mi pene, mis nalgas, sobre todo mis nalgas.

Me tenía abrazado por detrás, el contacto con su cuerpo me permitía sentir como su verga se alargaba y endurecía, l oque me hacía sorprenderme de cuanto podía llegar a excitarme. Yo agarre su miembro con una de mis manos.

-Eso así, preciosa. Eres tan buena como me dijeron.- Sentí algo que entraba por mi ano. Era uno de sus dedos.

Solté un quejido de placer.

-Ahhhh papito que rico sigue.- Su dedo siguió entrando y mi mano pajeaba su rica verga.

-Prepárate rica- Me dijo. –Mira que ahora viene lo bueno-.

Apoye mis manos contra la pared, el me agarro aún mas fuerte por la cintura y me estremecí cuando su miembro duro y largo comenzó a entrar. Un placer intenso me recorrió, volví a gemir de placer, no me importo el dolor que sentía en mi ano, el placer era mucho mas fuerte.

-¿Quieres estar en un lugar más cómodo?- me dijo.

-aaahhh, si, respondí yo entre gemidos de placer.

-Sígueme entonces- me dijo. Por fin pude ver su cuerpo. Era aun más atlético y varonil que el de mi amante del día anterior. Sus músculos estaban aún mas marcados, sin ser sobre desarrollados, solamente estaban marcados y podía sentirse su volumen. Era mas alto, y mucho mas lindo de cara.

Pasamos a los vestidores, nos vestimos y al salir de ellos mi macho saco una llave del bolsillo, entonces note que estábamos encerrados en el baño. El me guiño el ojo:

-Era para asegurarnos que nadie nos molestara amor.- Aclaró. Yo sonreí picaronamente.

Finalmente llegamos a una escalera que quedaba mas allá de las salas de ejercicios. Subimos, abrió una puerta y me invito a pasar:

-Esta es mi oficina.

Pasamos. Era amplia y bonita. Tenia un sillón muy grande y que se veía muy cómodo.

El fue a sentarse. Yo me acerque, el me aferró por la cintura y me sentó sobre sus piernas.

-Soy el dueño del gimnasio.- Me contó, mientras acariciaba mis nalgas y mi rostro.

-Que bueno- Le comenté. -Debe ser un muy buen negocio- Agregue a continuación.

-Así es preciosa- Dijo y luego me beso. Fue un beso largo y delicioso. Disfrute con su lengua moviéndose dentro de mi boca, y entrelazándose con la mía. Luego de besarme, metió su mano por mi pantalón de buzo agarrando mi rico culito.

-Aahhhh, que rico.- Dije yo.

-Que bueno que te guste, por que te tengo una proposición.- Mientras decía esto metía un dedito por mi culo.

Yo apoye mi cabeza en su hombro.

-¿Cual? Pregunte, pero mi pregunta pareció más un gemido que una palabra.

-A cambio de que tu estés dispuesta a ser mía siempre que te lo pida, yo puedo no cobrarte por usar mi gimnasio todo lo que tu quieras.- Yo en realidad estaba dispuesta a ser suya siempre que él quisiera totalmente gratis, por lo que su ofrecimiento lo acepte gustosa. Mis encuentros sexuales en esos pocos días habían influido tanto ya sobre mi, que estando con ellos, pensaba en mi como una mujer... y eso me excitaba mucho, mucho mas.

Yo como respuesta. Me agache, metí mi cabeza entre sus piernas, desabroche sus pantalones, saque esa verga exquisita que estaba completamente dura y la bese muchas veces y muy rápido en su cabecita. El me acaricio la cabeza mientras yo comenzaba a meterme su pene por mi boca. Me lo metí hasta el fondo. Lo mantuve un poco adentro, acariciándolo con mi lengua. Lo saque y lo lamí muchas veces de abajo hacia arriba, entre cada lamida lo pajeaba un poco con mi mano.

Mi macho solo gemía y me pedía mas y que se lo chupara.

Comencé a meterlo y sacarlo, mis manos acariciaban su cuerpo, sus muslos fuertes, sus bolas sus pectorales. Su verga entraba y salía cada vez mas rápido por mi boquita.

El agarro mi cabeza y la movía al ritmo de mis apasionadas chupadas. El ritmo se aceleraba cada vez más. Él gemía y gemía.

-Sigue perrita, sigue.

Yo acompañaba mis chupadas con movimientos de todo mi cuerpo. Cuando me metía su verga, mi cuerpo se cargaba seximente hacia delante, lo mismo, pero hacía atrás cada vez que salía.

Estaba vuelta loca, estaba totalmente apasionado mamando su verga, el gozaba y gozaba, me excitaba pensar que nunca nadie le había dado una chupada tan buena. De pronto me detuvo. Me pidió que me parara y me desnudara. Obedecí. Luego me apoye seximente en el escritorio, mirándolo lujuriosamente. El se paro y me beso. Me voleo y de un solo golpe me penetro completamente. Sentí que me partían. Grite de dolor. Pero él ni se inmuto. Siguió penetrándome salvajemente. ME aferraba por la cintura y se movía como loco, metiendo y sacando su verga por mi culo. Al rato el dolor dio paso al placer. Comencé a gemir y a moverme seximente a su ritmo. Ahora el dolor no importaba, solo me importaba sentir su verga adentro, quería ser suya totalmente. Sentía como mi ano se dilataba sintiendo las arremetidas de su verga.

Seguimos hasta que sentí como mi ano se llenaba de leche

Yo me corrí en ese mismo instante. Jamás había sentido un orgasmo como ese. El me sentó nuevamente sobre sus piernas. Yo me abrace a su cuello y me dormí.

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